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26 dic 2017
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Por Oliva González (Universidad Europea). En el máster de ingeniería de caminos, hemos impartido una asignatura que trata de reflexionar sobre las últimas tendencias en ingeniería civil. La planteamos como si fuéramos un laboratorio de investigación, haciendo innovación abierta. Reflexionamos sobre la última tecnología existente y vemos si se puede aplicar a algún campo de la ingeniería civil. El último día de clase hemos reflexionado sobre blockchain, de la mano de un experto en la misma, Javier Sebaste (Kolokium blockchain technologies).
Blockchain es la tecnología que soporta bitcoin. Es importante entender que una cosa es la tecnología y otra lo que se puede hacer sobre esa tecnología. Por tanto, hablar de blockchain es diferente de hablar de bitcoin. Esta tecnología nace en el año 2009 de la mano de Satoshi Nakamoto. Ofrece una serie de atributos que la hacen muy atractiva en el mundo cada vez más complejo que tenemos: permite hacer transacciones entre dos partes, de tal manera que esas transacciones quedan inmutables, son confiables, son seguras y son trazables. Nadie puede alterar una transacción hecha. Expulsa al que lo intenta.
Las transacciones que pueden hacerse entre dos partes, en un inicio eran de moneda (bitcoin), pero a día de hoy, es posible hacer casi cualquier tipo de transacción, a partir de lo que se llama un contrato inteligente. Esta posibilidad fue desarrollada en 2014 por Vitalik Buterin. Esto permite casi infinitas posibilidades en todos los campos, desde la medicina a los mercados de valores, pasando por la gestión empresarial. Promete, si se hace bien, desarrollar una economía basada en la generación de valor, disminuyendo la concentración de poder y aumentando las posibilidades de inclusión de actores que, a día de hoy, están fuera del sistema, por falta de acceso a mecanismos que les den credibilidad en el mismo (actores del tercer mundo, refugiados, personas que viven en la pobreza. Dos ejemplos concretos: http://www.banquapp.com/ y https://www.bext360.com/). Expulsa a quien intenta corromper el sistema.
Echando la imaginación a volar, se le pueden encontrar múltiples aplicaciones en el campo de la ingeniería civil:
Estamos al comienzo de un nueva era, en el que hay ya muchas personas trabajando y programando en esta nueva tecnología. Si de verdad ofrece lo que promete, el mundo cambiará radicalmente, y parece que podría cambiar a mejor, ya que promete expulsar a todo aquél que no genere valor. Ojalá las promesas se hagan realidad y ojalá tengamos la oportunidad de ver un mundo mejor, más igual, con más valor. Esto último lo tiene difícil, ya que esta tecnología tiene una cara B, consume muchísima energía eléctrica. ¿La razón? Para asegurar la confiabilidad de cada transacción, se requieren resolver problemas matemáticos complejos.
Esperemos que esta cara B la pueda resolver alguien, si no, ¿merecerá la pena? De momento, parece que lo está intentando IBM, a través de lo que se llama Hyperledger Fabric, que evita la resolución de esos complejos problemas matemáticos, aunque como contrapartida, no permite el acceso a todo el mundo.
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